VIAJE DE CRAIOVA A BUCAREST

Había llegado al atardecer a Craiova, cansado y triste. Caminé desde la terminal dónde bajé del bus, y fui atravesando la ciudad con una gran maleta que me pesaba bastante porque llevaba todas mis cosas ahí incluyendo algo de comida.

Llegué a un hospedaje que me costó 70 lei y dónde conocí a un señor italiano que dirigía la casa, quien me contó que la comunidad Gipsy era mucho más amable que la gente rumana, y para la muestra, esa noche se hospedaba un joven rumano, que allí en medio de la conversación, narraba que la noche anterior había peleado, se había pasado de tragos con licor y había tenido una pelea en un bar. Vestía deportivo, de sudadera con chaquetas deportivas y tenis. Luego me mudé de hotel.

A la mañana siguiente me desperté en una habitación que daba a la calle principal. Estaba en uno de los mejores hoteles de la ciudad de Craiova, por invitación de una familia que conocí, quienes me ofrecieron pagar ese lujoso hotel. El desayuno era un gran banquete y todo fue para mí, pues como si no hubiera más comensales en el hotel. Comí suficiente y hasta llevé para el viaje.

Andaba yo de recorrido de ciudad en ciudad y llegué a Craiova porque allí está la universidad en la que buscaba estudiar una maestría en filosofía política. Allí solo logré un corto acercamiento al idioma inglés y el idioma rumano, que tanto se me dificulta para esos días. Iniciaba la pandemia.Ya sentía que había recorrido la ciudad y que debía emprender el viaje y como quería llegar a Grecia creía que lo indicado era dirigirse hacia Bucarest. Tomé un bus hacia una ciudad que se llama Slatina, allí pasé dos noches y en el hotel donde me quedé conocí una mujer hermosa de estilo metalera gótica que me habló muy bien de su cultura eslava y de la vida cultural de Bucarest.

Al mediodía de un sábado tomé camino hacia Bucarest. Antes de continuar con mis viajes llegué a un hospedaje económico al centro de la ciudad y allí conocí a dos grandes amigos, dos colombianos que andaban viajando durante tres años por el este de Europa.

Parte de nuestros pasatiempos consistían en caminar y atravesar la ciudad para conocer todos los parques, bibliotecas y museos. También asistimos a una proyección del festival de cine de cortometrajes de Bucarest.Los días se nos pasaban en visitar Iglesias, preguntar por restaurantes locales e italianos y árabes que es lo que más abunda en esa ciudad, dónde se pudiera encontrar comida vegetariana e incluso Krishna. Ya los días de estar en la ciudad hicimos contacto con un amigo de ISKCON y nos invitó a participar y asistimos a muchas reuniones y varias ceremonias incluyendo banquetes y comidas. En el día de Navidad nos dieron un regalo y nos acogieron con buena energía y fue un espacio de muchas enseñanzas espirituales, allí entendíamos ya un poco más las palabras en rumano.

Entonces queríamos grabar y tomar fotografías de lugares, de nuestra historia allí es esa ciudad inmensa y sorprendente, un recuerdo que nos permitiera hacer este es recuento de palabras y visiones e ilusiones que sentimos y caminamos día y noche por las calles de Bucarest.Ya lo demás lo pueden ver en el video donde recorremos las calles de Bucarest y llegamos hasta el parlamento.

Espero que disfruten las fotografías que tanto muestran nuestros días fríos en Bucarest.

Las fotos antiguas fueron tomadas en las afueras del museo que conmemoraban los años de la caída de la dictadura, y en el pie de cada foto está la autoría del fotógrafo que las tomó.

Ya las últimas fotos fueron cuando emprendemos un viaje a Budapest y muestran una panorámica del Río Danubio y de nosotros en el hotel. Allí me despedí de los dos colombianos. Yo tomé un bus a Italia, ellos consiguen un voluntariado en los campos de Hungría.

Parque Cismigiu

Nota: tanto Mike como Bryan estuvieron de acuerdo con esas fotografías y me autorizaban poderlas usar posteriormente para un contenido de Radio Universos.

Luego viajamos a Hungría donde llegamos a final del año un 30 de diciembre del 2019 y pasamos juntos ese inicio de año 2020.